domingo, 29 de marzo de 2009

tratado sobre violencia domestica 1

martino descubrió la pólvora, primeramente por su olor, luego de llevársela a su boca pudo saborearla; entonces fue cuando un grano de ella preso de sus dientes lo irritó, martino torció su boca hacia un lado y otro, los músculos de su cara se tensaron, esto resultó bastante evidente, aún cuando supo disimular. intentó una y otra vez expulsar el grano de pólvora con movimientos insistentes, de dentro hacia fuera su lengua mojada hacia presión sobre sus dientes de leche, no lo logró. en su entrecejo se dibujaron pequeños pliegues de ira y el reloj marcaba ya unos cuantos minutos de distancia desde su última sonrisa ezbosada apenas segundos antes de que el puto grano de pólvora lo convirtiera en sufriente. una pinocha recogida de su jardín hizo las veces de escarbadientes, no hubo caso, solo sintió que aprovechaba el tiempo cuando lograba sacar de sí algunos pedacitos de carne del mediodía.





se lavó los dientes, nada; encontró un alfiler que de tan ponzoñoso le hizo sangrar la encia; su boca se arqueaba como en contra sonrisa, sus dientes estaban rojos y su ortodoncia descansaba entre pelusas en el fondo de sus bolsillos. llevó su cara frente al espejo y se sorprendió enojado, hablo consigo mismo por primera vez, se escucho decir con rabia: "puta madre"...





pareció haber entendido que la solución vendría conjunta a su predisposición y que sería asimismo proporcional a la fuerza que pudiera emplear en ella. necesitaba acaso desición, contra todo contratiempo debía imponer su destreza y sabiduría en asuntos engorrosos. fue camino del garaje, tomó una manguera negra y fina, con movimientos certeros pudo enchufarla en sus dos extremos, uno en un aparato rojo a rueditas con algunas etiquetas en las que podía leerse: "made in china" o "instruction"; la otra en una pistola larga y lógicamente negra. en este punto se dio cuenta que nunca había dejado de escarbar sus dientes con su lengua y que de tan inútil sus insultos ganaban en cantidad y calidad.
por supuesto y como era de esperar, luego de atar minuciosamente la pistola de la "hidro" a una silla se montó sobre esta apoyando su pecho contra el respaldo, calculó la linea de disparo, transpirando a mares volteo hacia la puerta, vergonzoso se levantó y la cerró de una patada. enchufar el aparto a 220 era algo que podía hacer sin demasiados riesgos, calzaba ojotas de goma. con extremado nerviosismo golpeose la cabeza una y otra vez, a fin de darse valor. extendió un brazo en alto con los dedos de su mano en "v". sus dientes chorreaban sangre y aún podía oler el divino perfume a pólvora, su lengua hacía los últimos intentos, como si independientemente quisiera salvarlo, martino, exáuto no pudo más, el grano de pólvora entre sus dientes le rompía ya soberanamente las pelotas; vuelto a sentar, en la misma posición inicial, tomo coraje, mostró a la oscuridad del caño sus dientes, como un perro, comenzó a gritar: puto, puto, puto, puto, puto!!!!!
cerró los ojos, apretó el ceño, volvió a mostrar los dientes, estiró su pierna derecha y con el dedo gordo del pie alcanzó la tecla "on".

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